lunes, 30 de septiembre de 2013



INDICE

    Introducción………………………………………………………………………………3
La era de la Información y la era del Conocimiento……………………………….4
Diez rasgos de la Sociedad de la Información; 1-Exuberancia
2-Omnipresencia…………………………………………………………………………4
3-Irradiación-4-Velocidad-5-Multilateralidad/Centralidad-6-Interactividad/ Unilateralidad..........................................................................................................5
7-Desigualdad-8-Heterogeneidad-9-Desorientación-10-Ciudadanía pasiva.....7
Pero…. ¿qué es una sociedad?.............................................................................8
Diferencia entre sociedad de la información y sociedad del conocimiento…10
Globalización que presiona hacia arriba y hacia abajo. La internet…………..11
La era de la información: Castell…………………………………………………….14
Tecnología; microelectrónica……………………………………………………......14
Ordenadores; telecomunicaciones; ingeniería genética; Internet…………….15
La nueva economía…………………...………………………………………………..18
Mercados financieros; comercio internacional……………………………...……19
La adicción a internet: los chats, una aplicación adictiva…..……………….…20
Conclusiones y reflexiones……………………………..……………………………22
Fuentes…………………………………………………………………………………..24
Anexo…………………………………………………………………………………….26


INTRODUCCIÓN
Este trabajo estará basado en una comparación entre un artículo de opinión publicado en el diario La Nación “Más información, menos conocimiento” por Mario Vargas Llosa. El en cual se trata de como pasar a ser buenos lectores de libros y  que le ocurrió a toda su generación cuando se descubrió el ordenador, internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y que no solo le dedico gran parte de su vida a valerse de todos los servicios on line y a navegar mañana y tarde por la red, sino que además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación. Hasta que un día descubre que había dejado de ser un buen lector y casi casi, un lector. Preocupado por esto decide irse a vivir  con su esposa a unas cabañas en las montañas, donde no había telefonía móvil e internet. Allí escribió un libro  llamado “superficiales: ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?
En el reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google , Twitter , Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.
Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una trasformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano.
A medida que fui desarrollando el trabajo lo fui comparando con sociedad y como cada uno de nosotros puede tener una percepción y mirada diferente frente al concepto de sociedad, al mismo tiempo que fui definiendo y dando puntos de vistas sobre la era de la información y la era del conocimiento; y como internet y las nuevas tecnologías han aportado diferentes características en la misma.
También me pareció de suma importancia comparar la vieja economía como dice Alvin Toffler “Todavía subsiste la vieja economía, de las chimeneas, de la producción en serie, que goza a veces de más cabal salud que la llamada nueva economía”. Con la era si se podría decir de la nueva economía y su influencia.
Para concluir me pareció importante dar una opinión con respecto al trabajo realizado y así poder exponer las ideas que me fueron llevando a pensar que esta tercera ola así denominada por Alvin Toffler seguirá perdurando y avanzando cada vez más porque el uso de estas nuevas tecnologías da prestigio social, por lo que nos encontramos en un terreno peligroso, encaminado al consumo de las mismas, y donde es importante plantearnos si, es realmente  la sociedad quien demanda estas tecnologías.
LA ERA DE LA INFORMACIÓN Y LA ERA      DEL CONOCIMIENTO
Vivimos en un mundo pletórico de datos, frases e íconos. La percepción que los seres humanos tenemos de nosotros mismos ha cambiado, en vista de que se ha modificado la apreciación que tenemos de nuestro entorno. Nuestra circunstancia no es más la del barrio o la ciudad en donde vivimos, ni siquiera la del país en donde radicamos. Nuestros horizontes son, al menos en apariencia, de carácter planetario.
Eso no significa que estemos al tanto de todo lo que sucede en todo el mundo. Lo que ocurre es que entre los numerosos mensajes que recibimos todos los días, se encuentran muchos que provienen de latitudes tan diversas y tan lejanas que, a menudo, ni siquiera acertamos a identificar con claridad en dónde se encuentran los sitios de donde provienen tales informaciones.
Se habla mucho de la Sociedad de la Información. ¿Qué rasgos la definen? ¿En qué aspectos resulta novedosa? ¿En qué medida puede cambiar la vida de nuestros países? ¿Qué limitaciones tiene ese nuevo contexto?
Diez rasgos de la Sociedad de la Información:
A ese nuevo contexto lo definen características como las siguientes.
1-Exuberancia: Disponemos de una apabullante y diversa cantidad de datos. Se trata de un volumen de información tan profuso que es por sí mismo parte del escenario en donde nos desenvolvemos todos los días.
2-Omnipresencia: Los nuevos instrumentos de información, o al menos sus contenidos, los encontramos por doquier, forman parte del escenario público contemporáneo (son en buena medida dicho escenario) y también de nuestra vida privada. Nuestros abuelos (o bisabuelos, según el rango generacional en el que estemos ubicados) fueron contemporáneos del surgimiento de la radio, se asombraron con las primeras transmisiones de acontecimientos internacionales y tenían que esperar varios meses a que les llegara una carta del extranjero; para viajar de Barcelona a Nueva York lo más apropiado era tomar un buque en una travesía de varias semanas. La generación siguiente creció y conformó su imaginario cultural al lado de la televisión, que durante sus primeras décadas era sólo en blanco y negro, se enteró con pasmo y gusto de los primeros viajes espaciales, conformó sus preferencias cinematográficas en la asistencia a la sala de cine delante de una pantalla que reflejaba la proyección de 35mm y ha transitado no sin asombro de la telefonía alámbrica y convencional a la de carácter celular o móvil. Los jóvenes de hoy nacieron cuando la difusión de señales televisivas por satélite ya era una realidad, saben que se puede cruzar el Atlántico en un vuelo de unas cuantas horas, han visto más cine en televisión y en video que en las salas tradicionales y no se asombran con la Internet porque han crecido junto a ella durante la última década: frecuentan espacios de chat, emplean el correo electrónico y manejan programas de navegación en la red de redes con una habilidad literalmente innata. Esa es la Sociedad de la Información. Los medios de comunicación se han convertido en el espacio de interacción social por excelencia, lo cual implica mayores facilidades para el intercambio de preocupaciones e ideas pero, también, una riesgosa supeditación a los consorcios que tienen mayor influencia, particularmente en los medios de difusión abierta (o generalista, como les llaman en algunos sitios).
3-Irradiación: La Sociedad de la Información también se distingue por la distancia hoy prácticamente ilimitada que alcanza el intercambio de mensajes. Las barreras geográficas se difuminan; las distancias físicas se vuelven relativas al menos en comparación con el pasado reciente. Ya no tenemos que esperar varios meses para que una carta nuestra llegue de un país a otro. Ni siquiera debemos padecer las interrupciones de la telefonía convencional. Hoy en día basta con enviar un correo electrónico, o e-mail, para ponernos en contacto con alguien a quien incluso posiblemente no conocemos y en un país cuyas coordenadas tal vez tampoco identificamos del todo.
4-Velocidad: La comunicación, salvo fallas técnicas, se ha vuelto instantánea. Ya no es preciso aguardar varios días, o aún más, para recibir la respuesta del destinatario de un mensaje nuestro e incluso existen mecanismos para entablar comunicación simultánea a precios mucho más bajos que los de la telefonía tradicional.
5-Multilateralidad / Centralidad: Las capacidades técnicas de la comunicación contemporánea permiten que recibamos información de todas partes, aunque lo más frecuente es que la mayor parte de la información que circula por el mundo surja de unos cuantos sitios. En todos los países hay estaciones de televisión y radio y en muchos de ellos, producción cinematográfica.. Sin embargo el contenido de las series y los filmes más conocidos en todo el mundo suele ser elaborado en las metrópolis culturales. Esa tendencia se mantiene en la Internet, en donde las páginas más visitadas son de origen estadounidense y, todavía, el país con más usuarios de la red de redes sigue siendo Estados Unidos.
6-Interactividad / Unilateralidad: A diferencia de la comunicación convencional (como la que ofrecen la televisión y la radio tradicionales) los nuevos instrumentos para propagar información permiten que sus usuarios sean no sólo consumidores, sino además productores de sus propios mensajes. En la Internet podemos conocer contenidos de toda índole y, junto con ello, contribuir nosotros mismos a incrementar el caudal de datos disponible en la red de redes. Sin embargo esa capacidad de la Internet sigue siendo poco utilizada. La gran mayoría de sus usuarios son consumidores pasivos de los contenidos que ya existen en la Internet.
7-Desigualdad: La Sociedad de la Información ofrece tal abundancia de contenidos y tantas posibilidades para la educación y el intercambio entre la gente de todo el mundo, que casi siempre es vista como remedio a las muchas carencias que padece la humanidad. Numerosos autores, especialmente los más conocidos promotores de la Internet, suelen tener visiones fundamentalmente optimistas acerca de las capacidades igualitarias y liberadoras de la red de redes (por ejemplo Gates: 1995 y 1999 y Negroponte, 1995). Sin embargo la Internet, igual que cualquier otro instrumento para la propagación y el intercambio de información, no resuelve por sí sola los problemas del mundo. De hecho, ha sido casi inevitable que reproduzca algunas de las desigualdades más notables que hay en nuestros países. Mientras las naciones más industrializadas extienden el acceso a la red de redes entre porcentajes cada vez más altos de sus ciudadanos, la Internet sigue siendo ajena a casi la totalidad de la gente en los países más pobres o incluso en zonas o entre segmentos de la población marginados aún en los países más desarrollados.
8-Heterogeneidad: En los medios contemporáneos y particularmente en la Internet se duplican –y multiplican– actitudes, opiniones, pensamientos y circunstancias que están presentes en nuestras sociedades. Si en estas sociedades hay creatividad, inteligencia y arte, sin duda algo de eso se reflejará en los nuevos espacios de la Sociedad de la Información. Pero de la misma manera, puesto que en nuestras sociedades también tenemos prejuicios, abusos, insolencias y crímenes, también esas actitudes y posiciones estarán expresadas en estos medios. Particularmente, la Internet se ha convertido en foro para manifestaciones de toda índole aunque con frecuencia otros medios exageran la existencia de contenidos de carácter agresivo o incómodo, según el punto de vista de quien los aprecie.
9-Desorientación: La enorme y creciente cantidad de información a la que podemos tener acceso no sólo es oportunidad de desarrollo social y personal. También y antes que nada, se ha convertido en desafío cotidiano y en motivo de agobio para quienes recibimos o podemos encontrar millares de noticias, símbolos, declaraciones, imágenes e incitaciones de casi cualquier índole a través de los medios y especialmente en la red de redes. Esa plétora de datos no es necesariamente fuente de enriquecimiento cultural, sino a veces de aturdimiento personal y colectivo. El empleo de los nuevos medios requiere destrezas que van más allá de la habilidad para abrir un programa o poner en marcha un equipo de cómputo. Se necesitan aprendizajes específicos para elegir entre aquello que nos resulta útil, y lo mucho de lo que podemos prescindir.
10-Ciudadanía pasiva: La dispersión y abundancia de mensajes, la preponderancia de los contenidos de carácter comercial y particularmente propagados por grandes consorcios mediáticos y la ausencia de capacitación y reflexión suficientes sobre estos temas, suelen aunarse para que en la Sociedad de la Información el consumo prevalezca sobre la creatividad y el intercambio mercantil sea más frecuente que el intercambio de conocimientos Pero sí es pertinente señalar esa tendencia, que se ha sobrepuesto a los proyectos más altruistas que han pretendido que la Sociedad de la Información sea un nuevo estadio en el desarrollo cultural y en la humanización misma de nuestras sociedades.

La Sociedad de la Información es expresión de las realidades y capacidades de los medios de comunicación más nuevos, o renovados merced a los desarrollos tecnológicos que se consolidaron en la última década del siglo: la televisión, el almacenamiento de información, la propagación de video, sonido y textos, han podido comprimirse en soportes de almacenamiento como los discos compactos o a través de señales que no podrían conducir todos esos datos si no hubieran sido traducidos a formatos digitales. La digitalización de la información es el sustento de la nueva revolución informática. Su expresión hasta ahora más compleja, aunque sin duda seguirá desarrollándose para quizá asumir nuevos formatos en el mediano plazo, es la Internet.

PERO…. ¿QUÉ ES UNA SOCIEDAD?
La sociedad es la totalidad de individuos que guardan relaciones los unos con los otros. Así, las personas comparten una serie de rasgos culturales que permite alcanzar la cohesión del grupo, estableciéndose metas y perspectivas comunes. La disciplina que se aboca al estudio de las sociedades es la sociología, apoyándose en la historia, la antropología, la economía, etc.


       En el pasado, las sociedades se organizaban en torno a grupos reducidos de personas, manteniendo características tribales. Con el correr del tiempo, fueron tornándose más complejas, adoptando mayor número de miembros y estableciendo nuevas relaciones en su interior. En la actualidad, las sociedades suelen denominarse “de masas”, por su extraordinario número, y están sustentadas en una explosión de tecnologías orientadas a la información como consecuencia de la consolidación del capitalismo.
Otros intentos de modelos sociales se han instalado en determinados momentos históricos, con diverso grado de éxito y, en general, con tendencia inexorable al fracaso. Se destaca en este sentido la sociedad feudal, característica de la Europa Medieval y de las culturas de Extremo Oriente durante la Edad Moderna. En ese modelo, la movilidad social era virtualmente imposible, dado que la propiedad de la tierra por parte de los señores feudales marcaba una posición de poder que resultaba insalvable para el común de la población. Otro modelo social no capitalista consiste en las sociedades con fundamento comunista, en la cual se intentó, de modo teórico, eliminar las diferencias entre estados sociales; no obstante, estos modelos fracasaron sucesivamente en diferentes culturas, para persistir, con numerosos cambios y reformas, en unas pocas naciones en el siglo XXI.
      El futuro de la evolución de las sociedades es todavía muy incierto. Más allá de los progresos indubitables que el actual orden ostenta, la mayor dificultad sigue siendo sin duda el gran número de personas que, en medio de la abundancia y el conocimiento, son mantenidas en una posición segregada. La sociedad, en este sentido, busca por medio de la estructura del Estado una alternativa para eliminar las asimetrías acentuadas que se describen entre sus miembros. Así, mediante la sanción de leyes y normativas, se intenta lograr que todos los miembros de la sociedad alcancen una misma oportunidad para el trabajo, el acceso a recursos básicos, la salud, la educación y las libertades individuales. No obstante, la influencia creciente de las organizaciones no gubernamentales es también vislumbrada en muchos casos como una oportunidad de mejoría de las sociedades, sobre la base del voluntariado y de la solidaridad entre las personas. Por consiguiente, la evolución de la sociedad cuenta aún con un verdadero final abierto, en él se reconoce la influencia de muy variados actores que inciden para encontrar para todos un camino más adecuado.
DIFERENCIA ENTRE SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN Y SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
La sociedad de la Información y la sociedad del conocimiento son dos conceptos que a menudo son utilizados de una manera crítica. La sociedad de la información hace referencia a la creciente capacidad tecnológica para almacenar cada vez más información y hacerla circular cada vez más rápidamente y con mayor capacidad de difusión. La sociedad del conocimiento se refiere a la apropiación crítica y selectiva de la información protagonizada por ciudadanos que saben cómo aprovechar la información.
Una sociedad de la información es aquella en la que la información y el conocimiento tienen un lugar privilegiado en la sociedad y en la cultura: de esto se desprenden que la creación, distribución y manipulación de la información forman parte estructural de las actividades culturales y económicas. La sociedad de la información es vista como la sucesora de la sociedad industrial.
 Norbert Wiener, creador de la cibernética, fue el que anunció el advenimiento de una “Sociedad de la Información” cuya base organizativa, para él, era la circulación sin trabas de la información, a la que consideraba una nueva materia prima.
Las sociedades de la información emergen de la implantación de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en la cotidianidad de las relaciones sociales, culturales y económicas en el seno de una comunidad, y de forma más amplia, eliminando las barreras del espacio y el tiempo en ellas, facilitando una comunicación ubicua y asíncrona.
La eficacia de estas nuevas tecnologías -actuando sobre elementos tan básicos de la persona como son el habla, el recuerdo o el aprendizaje-, modifica en muchos sentidos la forma en la que es posible desarrollar muchas actividades propias de la sociedad moderna.
Sin embargo, la información no es lo mismo que el conocimiento. La información se compone de hechos y sucesos, mientras que el conocimiento se define como la interpretación de dichos hechos dentro de un contexto, y posiblemente con alguna finalidad. 
GLOBALIZACIÓN QUE PRESIONA HACIA ARRIBA Y HACIA ABAJO. LA INTERNET.
El promedio de llamadas telefónicas internacionales es de 247 minutos al año, por persona, en Suiza, de 100 en Canadá y de 60 en los Estados Unidos, pero de apenas tres minutos en Colombia, 2 en Rusia y uno en Ghana y Pakistán. En Mónaco hay 99 teléfonos por cada 100 personas, en Estados Unidos 70, en Argentina y Costa Rica 18 pero en Uganda 0.2 y en Afganistán 0.1 teléfonos por cada 100 habitantes (United Nations, 1999).
Las comparaciones siempre son incómodas, pero en estos casos resultan útiles. En Nueva York hay más líneas telefónicas que en todas las zonas rurales de Asia. En Londres existen más cuentas de Internet que en toda África. Se estima que casi el 80% de la población de todo el mundo jamás ha hecho una llamada telefónica (World Resources Institute, 2000).
Sin embargo la desigualdad en el acceso a los recursos comunicacionales no necesariamente se impone a las capacidades de los países menos desarrollados para aprovechar esa tecnología. Actualmente la globalización ha intensificado el intercambio desigual de flujos comunicacionales pero, de manera simultánea, ha abierto nuevas opciones para superar la casi proverbial pasividad que ha definido a los llamados países periféricos en materia de mensajes culturales. Los públicos de las industrias culturales más poderosas se han extendido o, dicho de otra manera, la habilidad y capacidad propagadoras de los consorcios mediáticos se han multiplicado gracias a las nuevas tecnologías de la información.
Hoy es posible entender a la globalización como una serie de procesos multidireccionales y no simplemente como la internacionalización de culturas y mensajes que solían estar apartados unos respecto de otros. El ya citado Giddens recuerda cómo "la globalización presiona no sólo hacia arriba, sino también hacia abajo, creando nuevas presiones para la autonomía local". En Internet entre otras formas de intercambio surgen nuevos modos de solidaridad, desde las cadenas de mensajes hasta la coordinación de protestas o adhesiones respecto de las más diversas causas. Y también aparecen nuevas formas de aislamiento, tanto entre las personas como entre las naciones.
La gran mayoría de quienes usamos computadora (u ordenador) empleamos el sistema operativo Windows, en cualquiera de sus versiones. Habrá quien vea en la propagación de ese softwareuna demostración de la alienación generalizada respecto de los productos de una misma y poderosa trasnacional. Pero también es posible identificar una apropiación creciente, pero limitada, de una tecnología útil que puede servir para los más variados fines.
En el mundo digital (que no es un universo en sí mismo como a veces sugieren las interpretaciones futuristas sino una colección de espejos de la realidad) se difuminan las fronteras convencionales. En la Internet no hay un centro y por lo tanto, tampoco una periferia. Todos podemos ser el centro, aunque jamás sepamos qué tan lejos están los alrededores. Las fronteras se encuentran no en el mundo virtual sino en el mundo real. La más importante es la ya señalada desigualdad en el acceso a los recursos informáticos, que no es sino expresión de las dificultades para extender la cultura y los medios para aprehenderla entre las grandes mayorías en los países de menor desarrollo.
Los nuevos recursos informáticos constituyen una oportunidad enorme para afianzar la presencia global de nuestros países al mismo tiempo que para enriquecernos con la cultura y la creación universales. Pero eso no ocurrirá sin políticas intencionales y de largo alcance para no sólo estar conectados a las redes informáticas, sino para junto con ello saber transitar por sus concurridas arterias.
Mientras tanto, supeditadas a flujos de información en cuyas agendas participan poco o nada, nuestras sociedades asisten atónitas a esa abundancia de bienes informáticos auténtica o parcialmente enriquecedores. No tenemos aldea global pero sí estamos creando una polifacética, contradictoria y en ocasiones rústica aldea virtual.
¿Vivimos en una época de cambios o un cambio de época? ¿Cómo caracterizar a las profundas transformaciones que vienen con la acelerada introducción en la sociedad de la inteligencia artificial y de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC)? ¿Se trata de una nueva etapa de la sociedad industrial o estamos entrando en una nueva era? “Aldea global”, “era tecno trónica”, “sociedad postindustrial”, “era -o sociedad- de la información” y “sociedad del conocimiento” son algunos de los términos que se han acuñado en el intento por identificar y entender el alcance de estos cambios. Pero mientras el debate prosigue en el ámbito teórico, la realidad corre por delante y los medios de comunicación eligen los nombres que hemos de usar.
Cualquier término que usemos, en el fondo, es un atajo que nos permite hacer referencia a un fenómeno -actual o futuro-, sin tener que describirlo cada vez; pero el término escogido no define, de por sí, un contenido. El contenido emerge de los usos en un contexto social dado, que a su vez influyen en las percepciones y expectativas ya que cada término lleva consigo un pasado y un sentido (o sentidos), con su respectivo bagaje ideológico. Era de esperarse, entonces, que cualquier término que se quiera emplear para designar la sociedad en la que vivimos, o a la cual aspiramos, sea objeto de una disputa de sentidos, tras la que se enfrentan diferentes proyectos de sociedad.
En el marco de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información -CMSI-, hay dos términos que han ocupado el escenario: sociedad de la información y sociedad del conocimiento, con sus respectivas variantes. Pero, si bien el marco impuso el uso del primero, desde un inicio provocó disconformidad y ningún término ha logrado un consenso.

LA ERA DE LA INFORMACIÓN: Castell
Define tecnología como “el uso del conocimiento científico para especificar modos de hacer cosas de manera reproducible”. Dentro del campo de la información destaca cuatro áreas:
·    La microelectrónica
·    La informática
·    El telecomunicaciones/televisión/radio y la optoelectrónica
·    Ingeniería genética
Las cuatro formarán el núcleo de tecnologías de la información, durante las últimas décadas del siglo xx; creando un campo tecnológico donde la información se generaalmacena, recobra, y transmite.
Pone en relación esta revolución con la revolución industrial del siglo .XVIII, ya que ambas se caracterizan por su capacidad de penetración en todos los dominios de la actividad humana, convirtiéndose en la base de dichas actividades que se orientarán hacia el progreso. En este punto, considera que la innovación tecnológica no es un acontecimiento aislado, sino que, se produce por acumulación y depende de las condiciones específicas de cada sociedad. Como antecedentes, nos señala dos revoluciones tecnológicas, que allanaron el camino:
·      I Revolución Industrial: cuyo innovador era la máquina de vapor
·      II Revolución Industrial: con la aparición de la electricidad
Ambas, calaron en las redes sociales y económicas y fueron base para una revolución tecnológica de la información, que se caracteriza por una expansión de la mente humana.
Podemos marcar una secuencia histórica de la revolución de la tecnológica de la información: partiendo de los avances tecnológicos en el campo de la electrónica acontecidos en la II Guerra Mundial y posteriormente, aparece el primer ordenador programable y el transistor. Tanto el transistor como el ordenador programable dan lugar al nacimiento de la microelectrónica, que será el núcleo de la revolución de la tecnología de la información del siglo .xx (aunque '70 no se difundieron estas nuevas tecnologías).
La microelectrónica encuentra sus raíces con la invención del transistor (1947), que hizo posible procesar impulsos eléctricos más rápidamente en un modo binario a través de pequeños dispositivos de procesamiento: el chip. Su producción se aceleró con la invención del circuito integrado (1957); y con el microprocesador (1971), es el ordenador en un chip. La capacidad de procesar información podía instalarse en todas partes: la microelectrónica se difundió a todas las máquinas.
Los ordenadores también fueron concebidos en la II Guerra Mundial, pero hasta 1946 no aparece el primer ordenador con fines generales (antes eran exclusivamente instrumentos militares). Pero fue con el microprocesador de 1971 cuando el tamaño de los ordenadores se reduce y comienza su comercialización exitosa, que irá creciendo exponencialmente desde el Apple I, pasando el P.C., o el software, hasta la posibilidad de añadir memoria y capacidad de procesamiento de datos centralizado con el ordenador interactivo en red.
Las telecomunicaciones se revolucionan gracias a la combinación de las tecnologías “nodo” (selectores de rutas electrónicos), y los “nuevos enlaces” (tecnologías de la transmisión). Sumado a los avances en optoelectrónica (fibras ópticas y transmisión por láser) que amplían la capacidad de transmisión. Junto con la aparición de la telefonía celular comercializada con gran éxito a finales '90, se establecen en nuestros días una variedad de tecnologías de transmisión de gran alcance que posibilitan una red de comunicación abierta a gran número de nuevos empleos y a un nuevo modo de vida.
También es importante destacar el desarrollo paralelo de la ingeniería genética, la cual rodeada de gran polémica, convierte al hombre en semi-dioses capaces de controlar el A.D.N , conocedor del genoma humano, abre las puertas para poder controlar enfermedades modificando el componente genético, a través de la terapia genética basada en la prevención de anomalías en los genes.
La suma de las tecnologías electrónicas, anteriormente comentadas (la microelectrónica, los ordenadores y las telecomunicaciones), dentro del campo de la comunicación interactiva llevará a la creación de Internet, que hasta el momento se considera como el medio tecnológico más revolucionario de la era de la información.
El comienzo de Internet, se encuentra ligado a los fines de estrategia de uso militar, con la tecnología digital se consiguió crear una red capaz de comunicar nodos sin necesidad de apoyarse en centros de control, y su uso pasa a manos de universidades norteamericanas, esta sería la primer red a la que se llamó Arpa net, la creación de redes durante los '80 pasaron a llamarse Arpa-Internet, todavía bajo la subvención del Departamento de Defensa y una fundación gubernamental de fines científicos. Diversas presiones comerciales, crearon redes corporativas privadas, que abrió el camino para la privatización de Internet, y desde aquí una vertiginosa carrera que llevó hasta la conexión de redes a gran escala y su difusión posible en cualquier lugar donde existieran redes telefónicas y ordenadores equipados con módems. Ya en 1994 fue la empresa Netscape, quien comercializó el primer navegador fiable el Netscape Navigator, estos motores de búsqueda se desarrollaron rápidamente y es a partir de aquí cuando podemos hablar de establecimiento de una red mundial.
De esta revolución tecnológica podemos destacar como característica principal la aplicación de conocimiento en un círculo de retroalimentación acumulativa, donde el hombre se puede convertir en usuario y creador a un mismo tiempo. Esto nos índica la creación de un estrecho hilo conductor entre los procesos sociales de creación y manipulación de símbolos, lo que es la cultura que se genera en una sociedad; y la capacidad de producir y distribuir bienes/servicios, lo que serían las fuerzas productivas.
En este punto, la mente humana se va a convertir en una fuerza productiva directa y no en un elemento del sistema de producción. El papel social del hombre se reformula, ya no es solo, un elemento de la cadena de producción, sino que va a ser capaz de producir por él mismo, esto da un giro completo a la vida social conocida hasta ahora.
Otra de las características de esta revolución es la rapidez con la que difunde por todo el mundo en tal solo dos décadas (desde mitad de '70- mitad de '90), creando, formando un lazo de unión mundial.
También hay que destacar que esta tecnología de la información no lleva de igual forma a todas las áreas del mundo, ya que su difusión es selectiva y por lo tanto crea desigualdad social, no solo en términos mundiales, sociedades donde existe un desfase de desarrollo no cuentan con la base tecnológica necesaria, ni con la infraestructura correspondiente para avanzar en esta revolución; sino que, también podemos hablar en términos más reducidos dentro de una misma sociedad desarrollada, donde la difusión de estas nuevas tecnologías es conocida, pero no al alcance de todos.
El uso de nuevas tecnologías da prestigio social, por lo que nos encontramos en un terreno peligroso, encaminado al consumo de las mismas, y donde es importante plantearnos si, es realmente la sociedad quién demanda estas tecnologías.
En un principio, no sería la sociedad en sí, ya que se encuentra habituada en sociedades desarrolladas a un estado de bienestar, donde sus necesidades son cubiertas, pero es el nuevo mercado tecnológico, el que hace aparecer nuevas demandas que realmente en un principio no surgen del hombre. Un ejemplo muy claro es el de los teléfonos móviles: en un principio la gran mayoría de la población no necesitaba encontrarse localizado, ni comunicado en todo momento del día, sin embargo la difusión de móviles y su gran éxito de comercialización es algo totalmente factible, que en mi opinión nace de la imposición del mercado de la posibilidad de estar comunicados telefónicamente en cualquier momento, de ahí, diversas aplicaciones desde las laborales al ocio. Lo que sí, que es cierto, es que si hoy ya nos hemos acostumbrado a llevar un móvil en el bolsillo, hasta el punto que sin él, sentimos que nos falta algo, la dependencia de las siguientes generaciones que nacen no sólo en la era de los móviles, sino también de Internet, y de altas tecnologías; llevaran a la reformulación de la sociedad en una nueva, donde las redes de comunicación, como dice Castells, serán el tejido de nuestra vida. 

LA NUEVA ECONOMÍA
Se trata de una economía global, a la podemos definir como “aquella que tiene la capacidad institucional, organizativa y tecnológica para funcionar como una unidad a tiempo real o tiempo establecido, a escala planetaria”. A diferencia de la economía mundial (su precedente), basada en la acumulación de riqueza en el mundo.
Podemos decir, que surge '90 en USA. En torno a la tecnología de la información y las finanzas. Como núcleo, Castells, se centra en nuevas industrias como Internet, que es la que cuenta con un mayor número de ingresos, empleo y valor de capitalización. Le seguiría aquellas empresas que dotan de infraestructura a Internet, son las empresas de telecomunicaciones, y seguidas por empresas que desarrollan las aplicaciones de infraestructura de Internet: productos y servicios software para las transacciones en red.
En un último nivel se encontrarían aquellas empresas que no facturan directamente por transacciones económicas en la red, sino a través de publicidad, cuotas de miembros (son los servicios gratuitos de la red); y por otro lado, las compañías que directamente llevan transacciones económicas basadas en la red.
No podemos hablar de que toda la economía ya sea global, desde mi punto de vista sería más apropiado decir que nos encontramos en un proceso de transformación o de cambio, difícil de definir, pero encaminado hacia una nueva economía global.
Todavía nos encontramos que gran parte de la producción es local y regional, y aunque, en las dos últimas décadas del siglo XX, el comercio internacional crece aceleradamente, la mayor parte del P.I.B. de las economías viene dado por el sector interior de las mismas.
Su expansión es desigual, es incluyente y excluyente; y depende directamente del incremento de la productividad que proviene de la capacidad de utilización de la nueva tecnología de la información, que va a ser la que impulse un sistema de producción basado en el conocimiento.
Llegados a este punto, cabe preguntarse ¿por qué, se habla tanto y tan efusivamente de economía global? Castells, a esto argumenta, que es debido a que, las economías de todo el mundo dependen de un mismo núcleo global, donde quedarían incluidos: los mercados financieros, el comercio internacional, la producción transnacional, ciencia y tecnología, y el trabajo especializado.
El sistema economía se encuentra interconectada, a través de estos componentes de la economía.
Los mercados financieros, son interdependientes globalmente, podemos decir que dentro de la economía global juegan un papel decisivo, ya que, de su rendimiento depende el destino de cualquier economía. Con los nuevos sistemas de información y tecnología de comunicación es posible realizar operaciones bancarias a tiempo real generando flujos financieros conectados mundialmente. Castells, afirma que la base sobre la que se asienta esta nueva economía va a ser la globalización de los mercados financieros.
El comercio internacional, siempre ha sido el principal vínculo entre las economías nacionales del mundo durante el último tercio del siglo XX, por lo que es lógico, que tome relevancia dentro de una economía global. En estos últimos años, ha sufrido una transformación sectorial debido al aumento de los servicios, rompiendo el desequilibrio que siempre ha existido entre países desarrollados y los que están en vías de desarrollo, que se debía a la diferencia entre bienes manufacturados (gran valor) y materias primas (de menor valor), ahora se sustituye por un desequilibrio entre la distribución desigual de conocimiento y tecnología. Por lo que, podemos deducir, que las desigualdades entre países desarrollados y subdesarrollados, continúan y siempre existirán, solo que son desigualdades redefinidas en otros términos.
En conclusión, en esta era nos encontramos con tanta tecnología que la pregunta que me surge ahora sería ¿Cuánto tardaremos en ser reemplazados por maquinas (robots) que simulen ser personas? De a poco vemos como muchos empleados en empresas pierden sus trabajos al ser reemplazados por maquinas que solo realizan tareas simples como llevar cosas de un lado a otro, cintas transportadoras, computadoras, electrodomésticos cada vez más sofisticados etc.
                                                                                   
LA ADICCIÓN A INTERNET: LOS CHATS, UNA APLICACIÓN ADICTIVA
Las nuevas TIC están cambiando los comportamientos sociales con una rapidez hasta ahora totalmente desconocida en la Historia de la Humanidad. Se producen nuevos hábitos y disfunciones en los individuos, formando una clase social a nivel global que podríamos denominar como "los conectados". Esto lleva a un problema detectado entre los usuarios de Internet: la adicción a la red.
"En una sociedad donde la mirada, lo esópico está archí presente, Internet permite la participación voyeurística, la posibilidad de acceso a ideas, pensamientos, sentimientos, sin los riesgos que esto conlleva en el cara a cara". (King, 1996).
Internet es un medio anónimo, un medio que se ha convertido en la nueva frontera de las relaciones sociales, un medio que mediante un breve contacto -dar a unas teclas- uno se introduce en un mundo fascinante, una alternativa a la comunicación, una relación interpersonal descomprometida, que permite una relación inmediata y sin peligro. Cualquier usuario puede presentarse como siempre ha soñado ser. Es una forma de reinventarse a sí mismo, de cubrir necesidades psicológicas no afrontadas enmascarando la inseguridad interpersonal, como pueden ser la expresión de un rasgo de personalidad reprimido y los sentimientos de reconocimiento y poder.
Una de las aplicaciones que más poder adictivo tienen es el CHAT. El "Chat" (en inglés, "charla" en castellano) es una herramienta de internet mediante la cual las personas pueden interactuar, formar relaciones humanas, intercambiar ideas, etc… Desde el punto de vista de comunicación, en este medio el "texto" es el vínculo más importante con el que los cibernautas transmiten sus sensaciones, emociones, e ideas, (reales o inventadas) de forma extremadamente rápida, para poder mantener la atención, de otra forma la charla se acaba.
Pero esta forma de relación virtual, fácil y rápida, ¿conlleva a problemas de adicción o de disfunciones de la personalidad de las personas? Vivir en la Red es cómodo y puede dar lugar a que las personas prefieran conectarse a salir y relacionarse con el mundo auténtico y real. El ordenador, en este caso, serviría como una defensa frente a los "peligros externos", protegiendo entonces a un "yo" vulnerable del contacto físico "real" con los otros.
Las personas con mayor riesgo de crear esta nueva seudo-identidad on-line son las que presentan baja autoestima, sentimientos de insuficiencia y miedo a la desaprobación de los demás. Estos rasgos también pueden conducir a otros trastornos como la depresión y ansiedad, que pueden entrelazarse con el uso excesivo de Internet.
Kimberley S. Young es una de las psiquiatras pioneras en la investigación de la adicción a Internet. La doctora Young ha creado un Centro sobre la Adicción a Internet -- en la que ofrece consejos y bastantes artículos referidos a ésta, según ella, nueva adicción. Como curiosidad, señalar que han surgido asociaciones de adictos a Internet (como Interaddicts Anonymous) que se comunican a través de la propia red. "El adicto es el que se conecta y no tiene ningún objetivo, salvo estar conectado".
A nivel clínico, puesto que ha surgido una demanda real de ayuda, se han elaborado algunos instrumentos de evaluación y técnicas de tratamiento, la mayoría adaptadas de otros trastornos. Debido a la reciente historia de Internet, es un problema de aparición reciente que aún no se ha estudiado en profundidad.
Como conclusiones finales, Internet no es, en principio, el culpable de la creación de la adicción, sino que es el medio que, dependiendo de su uso, puede poner de manifiesto la existencia del algún desorden mental, carencias, miedos, etc... Sin embargo, sí que algunas de sus aplicaciones pueden aumentar su capacidad adictiva, solo posible en Internet (chat, cyber sexo, etc.). La cuestión es delimitar entre afición o adicción, aunque podríamos determinar que cuando la persona prefiere conocer la realidad a través de Internet o relacionarse con los demás a través de los chats, en lugar de asomarse al mundo, debemos empezar a preocuparnos.
Conocer y socializar a través de este medio puede resultar positivo, siempre y cuando no se pierda el contacto con la realidad.

CONCLUSIONES Y REFLEXIONES
Es fácil hoy en día encontrarse con todo tipo de información pero muy difícil saber diferenciar de lo que nos sirve y lo que no de modo tal que muchas veces no sabemos cómo seguir con todo lo que tenemos. Y para que estos cambios resulten,  la sociedad tendría que cambiar sus formas de uso de la tecnología y de la información haciendo uso del conocimiento y para que se de ese aumento de productividad de conocimiento son necesarios cambios. Cambios institucionales y cambios organizativos, donde el trabajo se adapte a los nuevos procesos de producción de conocimiento. Y donde, toda inversión sea en tecnología de la información y no en aplicar las nuevas tecnologías en las antiguas estructuras.
Vivimos en un mundo lleno de tecnología e información pero para mí lo más importante de todo esto es como nosotros la usamos, para que fines y si lo hacemos de manera correcta.
En conclusión no es más que una reestructuración social en todos sus ámbitos (económico, laboral, político, espacial, temporal......); generado por el surgimiento de nuevas tecnológicas que transforman el modo de vida tal y como lo conocemos hoy en día, a un ritmo no antes conocido en la historia de la humanidad. Se podría decir que nos encontramos ante una nueva revolución industrial, muy acertadamente calificada como revolución tecnológica, en donde Alvin Tofller la caracteriza como la tercera ola.
Las nuevas tecnologías emergentes no solo cambian el proceso de producción de conocimiento, sino que instauran una nueva filosofía de vida. No se trata de una transformación económica exclusiva, sino que abarca todas las estructuras e instituciones humanas, desde las laborales hasta instituciones familiares, religiosas y políticas; pasando por la reformulación y creación de conceptos como el de cultura o interacción.
Debemos de hacernos la idea que esta era seguirá avanzando cada vez más porque todos usamos lo que es práctico, fácil y rápido; ya no somos capaces de sentarnos a buscar información en libros como lo hacíamos antes porque estamos acostumbrados a esta era donde tenemos acceso a todo y de todo con solo hacer un click.
Esta era es la característica fundamental de un desarrollo de la sociedad que fue “pasando de la era agrícola a la era industrial y luego a la era de los servicios. Y que ahora estamos pasando de la era de la información a la sociedad de conocimiento”… Alvin Toffler.
FUENTES:
·      La tercera ola por Alvin Toffler M. en C. Eduardo Bustos Farías



ANEXO:

Sábado 06 de agosto de 2011 | Publicado en edición impresa
Opinión
Más información, menos conocimiento
Por Mario Vargas Llosa |  Para LA NACION
Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard, y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red, sino que, además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.
Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro y, sobre todo, si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño intelectual. Así lo cuenta: "Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo".
Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007, él y su esposa abandonaron sus ultramodernas instalaciones de Boston y se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil e Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula en inglés The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains y, en español: Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011). Lo acabo de leer, de un tirón, y he quedado fascinado, asustado y entristecido.
Carr no es un renegado de la informática, no se ha vuelto un ludita contemporáneo que quisiera acabar con todas las computadoras, ni mucho menos. En su libro reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google , Twitter , Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.
Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una trasformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano como lo fue el descubrimiento de la imprenta por Johannes Gutenberg en el siglo XV, que generalizó la lectura de libros, hasta entonces confinada en una minoría insignificante de clérigos, intelectuales y aristócratas. El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall MacLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. MacLuhan se refería sobre todo a la televisión, pero la argumentación del libro de Carr, y los abundantes experimentos y testimonios que cita en su apoyo, indican que semejante tesis alcanza una extraordinaria actualidad relacionada con el mundo de Internet.
Los defensores recalcitrantes del software alegan que se trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa y, desde luego, hay abundantes experimentos que parecen corroborarlo, siempre y cuando estas pruebas se efectúen en el campo de acción en el que los beneficios de aquella tecnología son indiscutibles: ¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el mouse , un internauta recabe una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas y a especialistas? Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.
No es verdad que Internet sea sólo una herramienta. Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir que la "inteligencia artificial" que está a su servicio soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, sus esclavos. ¿Para qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un programador de sistemas ha llamado "la mejor y más grande biblioteca del mundo"? ¿Y para qué aguzar la atención si pulsando las teclas adecuadas los recuerdos que necesito vienen a mí, resucitados por esas diligentes máquinas?
No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O'Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirme: "Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos". Lo atroz de esta frase no es la afirmación final, sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para "informarse". Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: "Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros".
Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de leer Guerra y paz o el Quijote . Acostumbrados a picotear información en sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo, y han sido condicionados para contentarse con ese mariposeo cognitivo a que los acostumbra la Red, con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos, de modo que han quedado en cierta forma vacunados contra el tipo de atención, reflexión, paciencia y prolongado abandono a aquello que se lee, y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Pero no creo que sea sólo la literatura a la que Internet vuelve superflua: toda obra de creación gratuita, no subordinada a la utilización pragmática, queda fuera del tipo de conocimiento y cultura que propicia la Web. Sin duda que ésta almacenará con facilidad a Proust, Homero, Popper y Platón, pero difícilmente sus obras tendrán muchos lectores. ¿Para qué tomarse el trabajo de leerlas si en Google puedo encontrar síntesis sencillas, claras y amenas de lo que inventaron en esos farragosos librotes que leían los lectores prehistóricos?
La revolución de la información está lejos de haber concluido. Por el contrario, en este dominio cada día surgen nuevas posibilidades, logros, y lo imposible retrocede velozmente. ¿Debemos alegrarnos? Si el género de cultura que está reemplazando a la antigua nos parece un progreso, sin duda sí. Pero debemos inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los efectos de Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce "la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos". En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos.
Tal vez haya exageraciones en el libro de Nicholas Carr, como ocurre siempre con los argumentos que defienden tesis controvertidas. Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos científicos que describe en su libro. Pero éste me da la impresión de ser riguroso y sensato, un llamado de atención que -para qué engañarnos- no será escuchado. Lo que significa, si él tiene razón, que la robotización de una humanidad organizada en función de la "inteligencia artificial" es imparable. A menos, claro, que un cataclismo nuclear, por obra de un accidente o una acción terrorista, nos regrese a las cavernas. Habría que empezar de nuevo, entonces, y a ver si esta segunda vez lo hacemos mejor. © La Nación.















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